Látigos y miedos (2ª parte)


(Pincha aquí para leer la 1ª parte)

-Vamos a ver… Alberto pasaba el dedo por la pantalla de su dispositivo electrónico como si buscase información para una tesis. -Mira Miedo a despertar de Habeas Corpus, vamos a ver… Han diseñado un sistema abierto, pero cerrado
En el que todos y todas estamos encerrados
Un agujero escarbado en lo más profundo de nuestra conducta
Y de nuestro cerebro,
programados para andar un camino
Que vaya de casa al trabajo y del trabajo a casa
… Levantó la mirada del aparato e inquirió; -Blas, ¿Por qué antes se pegaba a la gente?

-Emm. Para que obedeciera. Respondió sin todavía aclararse mucho acerca de adónde quería llegar su amigo.

-Exacto. Para que obedeciera. ¿Qué tienes que hacer para que la gente haga lo que tú quieras sin tener que usar la fuerza?

-Pues, pues, supongo que… ¿convencerla? Pero bueno. Tú has hablado de la sociedad entera…

-¡Claro!

-¿Cómo que claro? ¿Cómo vas a convencer a la sociedad entera de que haga algo?

-Buena pregunta. Pero antes de responderte te voy a decir que, para empezar, creo que los Habeas se han quedado cortos. Apuró el café que ya había perdido bastantes grados de temperatura.

-¿Cortos? A ver explícate de una vez. Respondió Blas haciendo lo propio con su taza.

-Mira. aquí donde dice que estamos programados para ir de casa al trabajo y del trabajo a casa. ¡Se han quedado cortos! ¡También estamos programados fuera del trabajo! Y yo diría que, cada vez más. Se quedó sonriente mirando a su colega. Ambos recordaron los momentos del pasado en que se miraban igual cuando alguno le tenía reservada al otro alguna sorpresa. -Dices que hay que convencer, para no tener que obligar –continuó-. Vale, pero yo creo que hay que concretar algo más. Si yo quiero que tú cumplas mis objetivos, lo que tengo que hacer es convencerte de que son ¡tus! objetivos. Al final, hacer que tú hagas lo que yo quiero, estando convencido de, primero; que es lo que tú quieres, y segundo; de que lo haces por que tú quieres. Así, me acabarás obedeciendo, plenamente convencido de que eres libre.

TEDxTalks

Ambos volvieron a mirarse en silencio. Blas fue dejando caer su confusa mirada mientras trataba de digerir tanta información. Las tazas, las conversaciones, las risas, el ruido del televisor y de la máquina de café pasaban a segundo plano.

-Chiquillo, Alberto. Se nota que llevas tiempo dándole vueltas al tema. Verás, es que a esta hora de la mañana…

-Jajaja. Ambos rieron.

-No pasa nada, jaja. -Tómate tu tiempo. Hacemos una cosa. Yo te comento lo que he reflexionado sobre la canción, y tú a tu ritmo. Por ejemplo, aquí más adelante dice; Elegir entre mil a que centro comercial acudir a comprar
Esa es la libertad, libertad para vender, libertad para comprar
Estando atados, estando atados de pies y manos
… –¿Qué te parece esa idea? Libertad-atados. Y añadió; –La verdad es que la letra está bien hecha, demonio.

Blas, por fin, se decidió a responder. -Pero el que compra, ¡lo hace porque quiere!

-Mmm. ¿Seguro? ¿Has visto alguna vez imágenes de los primeros días de rebajas en los grandes almacenes? Quien dice rebajas, dice Black Fridays y todas estas fiestas paganas…

Euronews

-O sea ¿Me estás diciendo que yo he pedido este desayuno porque me han convencido para que lo haga? ¿Qué no ha salido de mí?

La sonrisa de Alberto se volvió más amplia y franca.

Muy buena pregunta amigo mío. Verás, yo creo que es aún más complicado. Comparemos ambas situaciones. Si amenazas o pegas a alguien para que haga lo que quieres, o no haga lo que tú no quieres, esa persona te identifica como agresor, tirano… Se revuelve contra ti. La canción de los Ñu lo dice muy bien; ...debiste aprender a no descuidarte, si te descuidas voy a matarte. Sin embargo, si tengo una capacidad comunicativa y persuasiva a nivel mundial, puedo identificar determinada comida con el placer, las bebidas que quiero vender con la felicidad, cierta ropa con el éxito, el sexo ¿qué te voy a contar? Con la felicidad y con la vida….

Concentración de medios

-Vamos a ver Alberto. Interrumpió Blas. -La gente se va a la cama con quien quiere, como quiere. Vamos. creo que en eso sí que hemos avanzado. ¿O tú qué dices? ¿Qué me convencen de a quien ligarme y lo que hacer? El sexo lo hemos acabado viendo como lo que es, algo natural.

La respuesta no se hizo esperar. -Tan natural como los otros comportamientos que he mencionado; comer o beber. Lo que comemos, cuando comemos, como bebemos, y ¡si! cuando y cuanto chingamos y qué anticonceptivos, juguetes sexuales o películas para adultos consumimos ¿podemos asegurar que lo hacemos libremente?

Blas empezó a removerse en su silla. La idea de no ser libre en aspectos tan íntimos le superaba. Alberto continuó.

-Te digo más, aunque esto también te incomode más…No solo lo que consumimos, sino también lo que deseamos. La publicidad los medios y el ambiente social se ocupan de, si no estamos consumiendo, por lo menos, que estemos deseándolo. Fíjate en la canción; El verdadero triunfo del sistema no es otro que éste. más bien solo es éste. su gran capacidad para generar adeptos y adictos de forma sutil, e ininterrumpidamente, de modo que no pueda hablarse… de modo que no pueda pensarse en que haya vencidos, sino convencidos, personas satisfechas de su cometido. tan sólo por haber nacido, tan sólo por haber crecido para consumir hasta ser consumidosAdeptos; ya no nos revolvemos como en la canción de Ñu, o si lo hacemos es muy minoritaria y parcialmente. ¿No recuerdas en la pandemia las fiestas clandestinas y los disturbios que llegó a haber con ello? ¡Esta generación de «adeptos» se revuelve para que la dejen seguir consumiendo! Adictos; la tasa de adicciones de todo tipo se ha disparado en nuestra época. Ya digo, ininterrumpidamente, convencidos y satisfechos para consumir hasta ser consumidos.

Con evidente incomodidad, Blas continuaba reflexionando. Casi se diría que el ritmo de su mandíbula al masticar el bocadillo coincidía con el bregar de sus neuronas. Tragó y afirmó con fuerza.

-Pero aún así, vuelvo a lo de antes, utilizarán todos los mecanismos posibles, pero habrá gente que no entre por el aro.

-Seguro que sí. Pero es muy duro. Date cuenta que, dejarse llevar es «lo normal». Comprar en Navidad es «lo normal», gastar en fiestas familiares es «lo normal», querer la mejor marca del cachivache que sea es «lo normal», irte por ahí de vacaciones es «lo normal». Y nadie quiere ser, «raro». Antes nos pegaban para que obedeciéramos. Ahora, el hecho de que en nuestro entorno nos miren como los «raros» ejerce sobre nosotros una presión casi peor. Tenemos «miedo a ser raros».

Ambos se levantaron encaminándose a la barra para abonar los desayunos.

-Ahora. Sí creo que tienes razón en que hay gente que, consciente de esto, se esfuerza en ser todo lo libre que puede.

-Tiene que ser duro.

-Pero mira. Hoy nosotros hemos hablado de esto en el desayuno, y podemos seguir reflexionando sobre ello. Otro día tú se lo puedes comentar a gente de tu entorno, mientras yo hago lo mismo con varias personas del mío. Y así, podemos ir juntando las espaldas unos con otros y caminando un sendero de fracasos y éxitos. Fíjate; nos hacen creer que no existe, y si existe, otra cosa que no sea este puto agujero. Pienso que esa otra cosa se construye así. Cada cual elegirá. Lo más fácil es hacer como los peces muertos, seguir la corriente del río.

Salieron del local y el sol les acarició con suavidad.

-Muertos o habría que decir; presos, ciegos, sordos, mudos. Aseveró Blas.

-Exacto. Es difícil de vencer ese miedo a despertar.

damian andres

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.